Continuamos con el ciclo Danzas del Perú, dedicado a las danzas de las regiones de Apurímac, Ayacucho y Huancavelica. La participación en una comparsa de danza por lo general se inicia en la infancia, cuando se danza como mascota del grupo, llevado por algún miembro de la familia que danza en la comparsa. Sin embargo, ser parte oficial de ella implica la aceptación del grupo bajo criterios de paisanaje, parentesco o devoción demostrada. Quien presenta al postulante es un danzante activo que funge de padrino o madrina, garantizando su ingreso y obsequiando el vestuario o alguna importante prenda. Aceptado al nuevo danzante en la comparsa, este ascenderá en la jerarquía del grupo en base a su conocimiento, habilidad coreográfica y respeto a las normas. Su participación en la comparsa será por un tiempo prometido o de por vida; y al fallecer, será enterrado con su indumentaria y bajo los acordes de su danza. Incluso, cada año, la comparsa lo visitará al cementerio, para brindarle el saludo y respeto a su recuerdo.
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